domingo, agosto 20, 2006
EN LA SOMBRA DEL HONGO
La tarde de ayer nos encontrábamos con mi hermano mayor viendo el canal de la National Geographic, el programa trató el desarrollo de las técnicas de explosiones durante los últimos 200 años, para sorpresa mía a partir de la primera gran explosión de la historia, el poder de potencia de las armas ha subido de uno a un billón de veces más en solo dos siglos, es decir en un periodo ínfimo de tiempo hemos sido capaces de perfeccionar implacablemente las técnicas de destrucción de masas humanas.
Al imaginarnos este escenario, inmediatamente nuestra mente asocia el hongo devastador de la primera bomba atómica lanzada en Hiroshima que arrojo millones de víctimas que no solo estuvieron esa mañana en la ciudad, sino que condeno a un número considerable de generaciones que aún sufren las consecuencias de tan brutal y reprochable acción.
Si bien la humanidad siente un enorme pesar por ese hecho y la comunidad científica, junto con las poderosas naciones del mundo poseen conciencia que este tipo de poder armamentístico puede causar el exterminio de nuestra humanidad, la sombra de este poderosísimo artefacto aún continua atormentándonos.
Ya no basta ahora con poseer un little boy , como el que destruyo la ciudad japonesa en 1945, durante los 60 y para beneficio de las grandes potencias se creo una fuerza destructiva de mil veces más poder que la bomba de Hiroshima, “La bomba H”, la que a su vez fue reemplazada con una de mayor poder hecha por los rusos y probada en el ártico, con una potencia de explosión de energía que se iguala a la del sol.
El nivel ya es impresionante, nace la pregunta ¿para qué seguir perfeccionando aún más una bomba que de tirar tres es capaz de destruir casi un continente entero?, o bien si existe la conciencia de que tal artefacto nos lleva a la extinción, ¿qué nos mueve a fabricarlas, de quién tenemos que defendernos?.
Esas interrogantes creo que están de alguna manera resueltas en nuestras conciencias, es imposible que teniendo las experiencias tan abominables del pasado no seamos capaces de detenernos y más aún sigamos perfeccionando estas terribles armas. Algo debemos tener que nos impulsa hacia la destrucción, antes lo hubiese llamado ambición, poder, explotación, qué se yo, pero ahora bajo esta realidad lo único que me pregunto es el por qué.
En estos momentos se estudia la manera de hacer explosiones atómicas a través del uso de la antimateria, lo que podría multiplicar a miles el poder de las bombas de hidrogeno.
lunes, agosto 07, 2006
EL PRONTUARIO
El currículo o prontuario laboral, se asemeja mucho a un estado de constantes construcciones basadas en los éxitos y fracasos de un sujeto que desea establecerse como personalidad dentro de un sistema rodeado de vanidades y de competencias, muchas veces poco honradas.
El sujeto trata de sobrealimentarse con sus éxitos, se idealiza como el elegido del Dios Patrón, lo venera y le reza en voz alta como si estuviese al frente de él, escribe en el prontuario, soy un buen trabajador, soy joven, tengo talento innovador y también sé lustrar las botas en caso que usted, gran deidad, así lo desearais.
También se incluye el sexo, donde la persona en cuestión mira disimuladamente sus partes nobles y con un gesto de arrogancia, en el caso de que el Dios Patrón sea mujer, murmura con orgullo: ejem…. Masculino.
Tal vez se trate de un sujeto más- culino que otros, cuestión que lo lleva a creer que es superior al resto de sus semejantes, por lo que la fotografía del prontuario se hará con el máximo cuidado, donde los detalles faciales están profundamente estudiados de antemano.
Sin embargo, luego de esta comodísima consulta, el prontuario le pegunta su procedencia educativa, el sujeto recuerda los constantes bochornos pasados en su Liceo, comienza a recordar cuando se tapaba la corbata con una bufanda de tres metros, para no tropezarse con la Catalina Ignacia que había conocido en la fiesta del tan prestigiado colegio San Hasbún y a quien le había dicho que era estudiante del colegio inglés Bill Clinton.
Uff, nuestro sujeto comienza a transpirar helado, sus manos se tornan cada vez más pesadas a medida que nuestro héroe se acerca al teclado, la palabra Liceo de Hombres Enrique Molina Garmendia le pesa, se siente Cristo siendo juzgado por el mismo Poncio Pilatos. Se pregunta: ¿Qué dirá el gran dios si ve este prontuario manchado con aquel tan bajo nombre?, ¿Por qué mi madre no se ensució más las manos para darme una educación de elite?, ¿Por qué tengo que responder esta condenada pregunta?, en fin.
Al finalizar con la última maldita palabra de ese tan obscuro vivir, el individuo se relaja, observa el siguiente bloque, aquel que lo puede salvar de la pregunta pasada, Situación Militar. El sujeto recuerda su glorioso pasado en el servicio militar, se para, deja el informe de lado, hincha su pecho y comienza a cantar orgullosamente el Himno Nacional, le baja una furiosa reacción y comienza a gritar: peruanos desgraciados, nos vienen a quitar nuestras fuentes de trabajo, ya van a ver hijos de la gran ….., ya van a ver cuando mi general Augusto José Ramón regrese y baje de su celestial caballo blanco a impartirles justicia con su espada sagrada.
El personaje terminó su informe, le pide a su madre que deje su trabajo de lado y que corra al boliche a comprarle la mejor fragancia y que acuda lo antes posible donde el vecino para que le solicite su más bonita corbata, el tiempo está a su favor. Toma la micro, esta vez paga entero, recordemos que el gran patrón es omnipresente, se baja en el centro de la ciudad, se dirige al edificio y le entrega su informe a una tal María Carmen, quien le dice: señor fulano, el puesto que solicita fue tomado por mi hermana Sara, pero no se preocupe, en la empresa de al lado también necesitan gente como usted.
Los Currículo deben entregarse hasta mañana a medio día.
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